El dia 1 hablaba de mi abuelo, y me acordé que había leído en el blog de jo un post que me hizo pensar en mi trabajo en el hospital y de la cantidad de gente q me encuentro y a la que le sucede lo mismo... Familiares q dejan tirad@ al abuel@ en el hospi xq dicen q no l@ pueden atender... La única cosa que quiero hacer es mirar en el bolsillo interior de sus chaquetas y descubrir el billete para ir a Cancún o a las Bahamas, o a China o a Australia sin el estorbo dando x culo... Pero no lo puedo hacer xq no sería profesional... xo las ganas están ahí!
Recursos hay, sólo hay que saber encontrarlos y cumplir con la mierda de burocracia...xo si no haces papeles, no esperes que te vengan a ofrecer soluciones a casa...
Estoy pendiente de mi trabajo ( o no ) durante las Navidades, y me está mareando un poco esta incertidumbre, pero no dejo de pensar en ello...
Hay cambios en el hospital...esperemos q no me afecten a mi tb....
bezitozzzzzzzzzzzzz
El tazón de madera
Recursos hay, sólo hay que saber encontrarlos y cumplir con la mierda de burocracia...xo si no haces papeles, no esperes que te vengan a ofrecer soluciones a casa...
Estoy pendiente de mi trabajo ( o no ) durante las Navidades, y me está mareando un poco esta incertidumbre, pero no dejo de pensar en ello...
Hay cambios en el hospital...esperemos q no me afecten a mi tb....
bezitozzzzzzzzzzzzz
El tazón de madera
Un viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años.
Ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban.
La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían el alimentarse un asunto difícil.
Los guisantes caían de su cuchara al suelo de y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel.
El hijo y su esposa se cansaron de la situación. "Tenemos que hacer algo con el abuelo", dijo el hijo. "Ya he tenido suficiente. Derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo".
Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer.
Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la servían en un tazón de madera.
De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado solo.
Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida.
El niño de cuatro años observaba todo en silencio.
Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Le preguntó dulcemente: "¿Qué estás haciendo?"
Con la misma dulzura el niño le contestó: "Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que, cuando yo crezca, ustedes coman en ellos."
Sonrió y siguió con su tarea.
Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla.
Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.
Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos.
Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.
Ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban.
La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían el alimentarse un asunto difícil.
Los guisantes caían de su cuchara al suelo de y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel.
El hijo y su esposa se cansaron de la situación. "Tenemos que hacer algo con el abuelo", dijo el hijo. "Ya he tenido suficiente. Derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo".
Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer.
Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la servían en un tazón de madera.
De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado solo.
Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida.
El niño de cuatro años observaba todo en silencio.
Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Le preguntó dulcemente: "¿Qué estás haciendo?"
Con la misma dulzura el niño le contestó: "Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que, cuando yo crezca, ustedes coman en ellos."
Sonrió y siguió con su tarea.
Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla.
Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.
Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos.
Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.
AnónimO
ps: bueno...robado, con su consentimiento, de ¿Y XQ NO?
5 comentarios:
Està bastant bé Krma.
Una bonica reflexió, que crec que farà rumiar a més d'un/una i que servirà per alguna cosa.
Vaja això espero.
Petoneeeeeeeeeets!!
A ver que habaras hecho por mi casa que tienes mucho peligroo
Vaya Carmencita, acabo de entrar al blog. Hacía un tiempo que no lo practicaba (lo de entrar a tu blog, me refiero...) y me he encontrado el post de mi adivinanza....
Ah!, por cierto, que sensiblera te has puesto, como antropóloga tendrías que deconstruir más todos los tabús y sensiblerías alrededor de la familia. Yo, como ciudadano, no puedo esperar y pedir que mis hijos me cuiden cuando sea mayor. Tengo que luchar porque el estado me proporcione las erramientas necesarias para garantizarme una buena calidad de vida en esa época (buenas pensiones, residencias públicas de calidad para cada tipo de vejez, ayuda a domicilio, etc...) y si alguna vez tengo hijos no les voy a pedir que me tengan que cuidar de viejo a no ser que sea totalmente necesario, porque cuidar a un viejo, aunque sea tu padre, es un coñazo que yo no estoy dispuesto a hacer que soporten hijos mios si no es por necesidad. Y no por eso les querré menos o pensaré que son egoístas que después de haberlos traído al mundo y criarlos ahora no me tienen con ellos; condicionándoles el día a día, las relaciones suyas internas, la convivencia en su casa, etc... Intentaré siempre luchar porque el estado me garantice una calidad de vida aceptable sin tener que condicioinar a nadie, por muy hijo mío que sea, siendo mucho más libre de esta manera...
En fin, que menudo rollo que te he soltado, pero es que es un tema que me tiene un poco quemao, y en el que sale a relucir mucha de la hipocresía de esta sociedad...
Y para acabar una nueva adivininza: Hace que el cerebro segregue feniletilamina, una sustancia parecida a la anfetamina, presente también en el chocolate. ¿Qué puede ser?jejeje....
Un besote y espero poder verte cuando vegas.
M`ha agradat molt!!!!!!!
Hola de nou...aqui un garrulot que no sap com escriure al text de sobre. Bé, després de deixar en evidència la meva enemistat amb el món "blogger" només vull enviar-te una abraçada ben forta...el meu aviet està molt malaltó i li donen poquet per compartir-ho amb nosaltres. I de ben segur que mai hem estat la família que marxa de vacances i els deixa sols. Pensem que, amb sort, arribarem a la seva edat i que hi ha millor a la corva (perquè és una corva) final de la teva vida que anar-te'n envoltat dels teus?
Prenguem més cura dels nostres avis.
Muerte a la Navidad!Arriba el IMSERSO!!!!!!
petonets des de Coimbra city (per cert!!!torno a bcn el 19 dec.Quan tornes tu?)
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