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20.11.07

....el 20N y su sangre....

Llegar a fin de mes a base de donar sangre

Berlín es pobre pero sexi, dice el alcalde de la capital alemana [Wobereit], pero lo cierto es que lo que se ajusta a la mayoría de sus habitantes es más lo primero que lo segundo.
En esta ciudad con una incalculable cantidad de estudiantes, receptores de subsidios sociales y todo tipo de artistas o sucedáneos que viven a base de trabajos a tiempo parcial un par de días por semana, el no llegar a fin de mes es el pan nuestro de cada día. Por eso, cualquier actividad que proporcione algo de dinero extra, normalmente dentro de los límites legales, es contemplable. A pesar de esta afirmación, a casi todo el que viene de otro país europeo le sigue sorprendiendo una de las actividades más comunes entre estos grupos necesitados de un extra económico: donar sangre o plasma a cambio de dinero.
Para muchos es impensable asociar el acto de la donación con la compensación, de hecho es una práctica prohibida en los países europeos. Tampoco las leyes alemanas reconocen esta posibilidad, pero sí la de recibir una "compensación por gastos". Es como si dijesen que te pagan el transporte y el esfuerzo.
Hasta 32 euros por donación puede obtenerse en algunos centros privados, aunque la media, especialmente en Berlín, es de 20 euros. Muchos pensarán que el negocio no es tal, ya que solo se puede donar sangre cada seis meses... pero para eso está el plasma sanguíneo. Un adulto sano puede llegar a donar hasta tres veces por semana y lo increíble es que muchos lo hacen. Por el plasma se pagan cantidades similares a las que se pagan por la sangre, pero hay incentivos. Por ejemplo, muchos centros ofrecen un plus para nuevos "donantes" que eleva la "compensación de costes" a los 50 euros en la primera donación. De aquí en adelante hay todo un mundo que quizá sea mejor no conocer.
Uno de los centros que ofrecen dinero a cambio de donaciones es el hospital Charité, en el centro de Berlín. Aquí la oferta es tan grande que los donantes deben sacar número y esperar largo rato hasta que les llega el turno. Que nadie se equivoque: las salas de espera no están llenas de borrachos marginales o estudiantes tísicos y ojerosos. El control de "calidad" del donante es estricto y la donación va precedida de una entrevista personal.
A pesar de todo, claro, hay excepciones y sí que se ve a más de un joven especialmente pálido y de apariencia débil que le hace a uno pensar de inmediato: "Este es de los que dona plasma tres veces por semana". La otra cara de la moneda son esos enormes autobuses de la Cruz Roja alemana que recorren la ciudad en busca de donantes voluntarios. La afluencia a la puerta de estos vehículos es bastante menor que la del Charité; claro, al lado del billete azul, la oferta de bocata y refresco de cola no engancha.
No es que los pobres berlineses tengan peor corazón, es que tienen mejores ofertas. Pero si uno se pone a hacer cuentas se ve enseguida que por mucha sangre y plasma que donen, "si es por esos ingresos", los berlineses seguirán siendo pobres, lo que no queda tan claro es si seguirán siendo sexis si se dejan "sangrar" tres veces por semana.



 Autobús para extraer sangre.
Autobús para extraer sangre. PAOLA Álvarez. www.elperiodico.cat

1 comentarios:

paginasenblanco dijo...

me encantan los recortes de perídicos!!!!